18 ago 2008

Guatemala, oro olímpico en excusas.


Es un deporte nacional. Todos/as lo practican. Unos/as tienen más habilidad que otros, pero al final, terminamos aprendiendo y jugándolo con gran pasión. Por eso, hoy que estamos en plena olimpiada es justo reconocer que hemos ganado por amplio margen, la medalla de oro en inventar justificaciones, dar excusas y creer que todo justifica nuestra falta de compromiso y responsabilidad.

Me pregunto, porque no intentamos asumir con sensatez lo que nos corresponde y nos responsabilizamos de nuestros actos. Es común en educación, por ejemplo, ver como los estudiantes se justifican ante los malos resultados que obtienen. Cuando un estudiante no aprueba un curso, la excusa más utilizada es “el profesor me hizo perder, me llevaba mal”. Eso incluso se ha convertido en el típico argumento de lucha para aprobar las escuelas de vacaciones, pues en cierta ocasión escuche decir a un “líder estudiantil”, dirigente de la Asociación de Estudiantes, que debido a que los profesores “habían dejado a muchos estudiantes”, era urgente que la Junta Directiva de la facultad aprobara más cursos en la escuela de vacaciones. Claro, la culpa de todo lo que me pasa la tienen los demás, menos yo, porque siempre tengo una excusa.

Y porque nos asustamos, si hasta en el Congreso de la República, que debiera ser un organismo ejemplo para la nación, nadie asume sus responsabilidades por la corrupción rampante que ahí existe. Las mejores excusas dadas por el presidente del Congreso a la prensa fueron: “yo nunca supe lo que ahí se hacía”, “todo se hizo sin que tuviera conocimiento”. Es como para reírse. Pero también, nosotros tenemos la culpa en eso, porque las aceptamos. Al final, también a nosotros nos pasa y queremos que cuando eso suceda, en lugar de asumir nuestra responsabilidad, nos crean la excusa que damos.

En plena olimpiada, a nuestros atletas les ha ido como en feria. Tanto periodistas, como deportistas han explicado el por qué de tanto fracaso. En vela, han dicho que nuestro representante tuvo mala suerte, “porque no había viento”, como si los otros deportistas que competían no tuvieran las mismas condiciones. En Badmington, fuimos eliminados porque nos “toco en mala suerte, la primera raqueta del mundo”, acaso no se llega a ganar y se sabe que para obtener el oro, se tiene que derrotar a todos. En natación, se dijo que “se superó el mejor tiempo nacional”, aunque eso significa que quedamos en el puesto 43 de la competición general, y así puedo seguir explicando las justificaciones que damos, y no encontrar en realidad una respuesta que evidencie los problemas que obviamos.

Esto viene al caso, porque ahora que estamos finalizando la primera etapa del curso, con las notas ya publicadas, se han escuchado voces de estudiantes que se justifican ante el mal resultado, con las mismas excusas de siempre: “el trabajo me absorbe todo el tiempo, y no puedo estudiar”. Esta excusa es muy vieja y muy utilizada. En algún tiempo aquí en la San Carlos, se intentó justificar que por ser trabajadores que estudian, deberían ser tratados con mayor consideración. Pero, si todos/as trabajamos, incluyendo los estudiantes que obtienen buenas notas, entonces por qué justificarnos con ello. Y si se quiere ser estudiante, se debe estudiar, y si no, se puede ser trabajador y estudiante al mismo tiempo, se debe de tomar una decisión, asumir cada quien la responsabilidad de sus actos y decidir qué es lo que sí se puede hacer. Ojala se hiciera, y se ha demostrado que todo buen trabajador, puede ser un buen estudiante, o viceversa.

Otra excusa utilizada es el “yo estudié, le entiendo al profesor cuando da su clase, pero no comprendo los conceptos, pues son muy difíciles”. En el fondo, ahí existe la idea de compartir la responsabilidad del fracaso con el profesor. Y no digo que ambos deben tenerla, pero entonces se deben buscar las soluciones para que se comprendan los contenidos curriculares de determinado curso. De lo contrario, solo es una nueva excusa para justificar lo injustificable.

En fin. Esta reflexión es para hacernos ver al espejo. Michael Phelps ganador de 8 medallas de oro en natación, y ya es considerado el rey de las olimpiadas. La rusa Yelena Isinbayeva también hizo historia. Ganó el oro en salto con garrocha y estableció un nuevo récord mundial con 5.05 metros. Superó por un centímetro su propia marca, que había obtenido en Mónaco este año. La china He Wenna ganó el oro de gimnasia de trampolín con una espectacular demostración de poderío. Rafa Nadal, profesional del tenis, que recién alcanzó el número uno del mundo, demostró después de haber conquistado Roland Garros, Wimbledon y la medalla de oro en estos juegos olímpicos, todo lo que se puede lograr con determinación, lucha y entrega. Todos/as han dicho, “nos preparamos para esto, venimos a luchar por conseguirlo, y hemos cumplido”. Acaso ¿encontramos alguna excusa en esas declaraciones?. Eso explica, en parte, por qué estamos como estamos.